Que fue un
lunes especial, lo fue. Llegar a la oficina después de un viaje tranquilo de
por sí ya era raro. Entrar y ver sonrisas. Saludos. Que tus colegas argentinos
te feliciten y se vayan en silencio a ver las pautas, los temas, los textos. Por
primera vez, un lunes sin tener que buscar explicaciones. Abrir la prensa y no
leer que se equivocaron en los cambios, que el minuto fatal, que fue un
tremendo partido, pero la desconcentración, la desaplicación, el error referil.
Nada de eso. Abro la prensa y vuelvo a
ver la copa. Las fotos de la celebración. La tapada de Bravo, el penal de
Alexis. El bus recorriendo Santiago. La plaza Italia repleta.
Todos seguíamos masticando esa marraqueta tan crujiente. No importaba el frío, ni lo poco que llovió. Podíamos comernos el mundo y hacer lo que nunca pudimos. Levantarnos en paz con nosotros mismos. Por un momento. El penal de Alexis nos descomprimió. Lentamente. Con clase. Por fin. Campeones. Se acabó la maldición del Nacional. Le ganamos a los que siempre nos derrotaron.
No tengo
idea que irá a pasar después con este equipo y con esta generación. Lo más probable
es que muchos sigan jugando en un alto nivel en Europa o en Sudamérica. Yo me
doy por pagado. Por hoy. Ya no somos segundos ni el país que organiza la mejor
copa pero no la gana. El país del éxito económico, pero que a nivel de
selección, nada. El del casi-casi. Escucho como tantas veces hablar de actos
fundacionales, de la generación que cambió la historia, de que ahora sí aprendimos
a creernos el cuento. No lo sé. Y no lo quiero pensar ahora.
Quiero que este momento no termine. Vernos a todos satisfechos. Sin escusas. Sin remordimientos. Sin penales perdidos. Ganamos y punto. Disfrutémoslo. Mastiquémoslo. Somos los campeones de América. ¡Qué lindo escribirlo! Qué lindo estar hablando qué Bravo podría incluso ganar más títulos este año. Que tenemos que jugar la Copa de las Confederaciones como Campeones de América (tenía que volver a ponerlo). Que diferente es entrar a Internet y ver que los cuestionamientos, las dudas, las interrogantes están al otro lado. Hoy en nuestra prensa no veo explicaciones. No hay lamentos.
Aprovecho de ver las fotos en Facebook de este momento histórico. Pienso en guardar los recortes, en grabar el partido. Me río con los memes. Miro las calles y no me molesta tanto el ruido. Me acuerdo cuando mi hermano me llevó a ver salir campeón a Colo Colo el ’91. Pienso en la final que la Cato perdió el ’93. Hoy es distinto. Esta vez celebramos todos. Nos sacamos esa espinita clavada en nuestra idiosincrasia. No tengo idea si esto cambiará a mí país ni a mis compatriotas. No sé si los niños ahora crecerán pensando distinto y no me interesa caer en el exitismo. Sólo quiero disfrutar el momento. Campeones de América (última vez que lo escribo, lo prometo).
En la tele
pasan los segmentos deportivos y aparecen las noticias. Poco a poco
despertamos. Pero tranquilos. Satisfechos. Con ese sentimiento del deber
cumplido. De por fin reconciliarnos con nuestra historia. Qué más da. Lo pongo
de nuevo. De ser Campeones de América.
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