
A esas cifras se agregan los resultados entregados hace unos días por el Observatorio de Políticas Migratorias, que evidenció que solo 5 de 32 comunas del gran Santiago cuentan con acciones y políticas dirigidas a apoyar la integración de los extranjeros en los barrios de la capital.
El Instituto Católico Chileno de Migración, INCAMI, es uno de los principales organismos que prestan apoyo a los migrantes en nuestro país. Esta institución de la Iglesia chilena cuenta, entre otras iniciativas, con casas de acogida para migrantes, tanto en Santiago como en regiones. Además, organiza talleres para capacitarlas y asesorarlas en materias como búsqueda de trabajo, ciudadanía, acceso a los sistemas de educación y salud, entre otras orientadas a facilitar su inserción.
“El servicio que prestamos nosotros es integral. Partimos con la acogida y entrega de información que es muy necesaria para el migrante y el proceso que está viviendo. Luego empezamos intervenir ante la necesidad que tiene el migrante, desde asesoría hasta regularización de su situación. Posterior a esto les presentamos nuestra bolsa de trabajo ya que ese es el objetivo principal de los migrantes. Todo este trabajo va de la mano de un acompañamiento sicológico y espiritual, junto con ayuda social y derivaciones a otros servicios si es necesario”, informó el padre Idenilso Bortolotto, vicepresidente ejecutivo de INCAMI.
“Esta es una de las instituciones que más ha trabajado en promover la integración e inclusión de los migrantes en Chile con hechos concretos. La iglesia lleva 70 años trabajando por este tema”, cuenta el sacerdote.
La problemática
Solo durante el año 2015, INCAMI atendió a más 8 mil migrantes en Santiago. Solo en la sede capitalina, ubicada en la Parroquia Latinoamericana del Parque Bustamente, se atienden más de 220 migrantes al mes. Asimismo, en la casa de acogida Centro Integrado de Atención al Migrante, se reciben entre 60 y 80 mujeres diariamente.
Al respecto el obispo auxiliar de Santiago Galo Fernández, quien también promueve las iniciativas de INCAMI, señala: “Nadie deja su patria sin un motivo grave que lo impulse. Por lo general se trata de personas, y muchas veces de familias enteras, que han debido abandonar todo lo suyo forzados por situaciones de pobreza o de violencia. Debido a ello, lo único que buscan es un lugar para vivir en paz y un futuro mejor. La acogida que reciban es fundamental para que logren insertarse adecuadamente. En la medida en que esto suceda no solo ellos se benefician, sino que comienzan a contribuir con la riqueza de su humanidad y de la cultura de la que son portadores. Es lo que ha experimentado nuestra patria en su larga tradición y es lo que anhelamos pueda suceder en esta hora”.
Jeovana Mayta, de Arequipa, Perú, es una de las miles de inmigrantes beneficiadas por esta iniciativa. Vino a Chile en 1997, con 40 años de edad, buscando trabajo para ayudar a sus dos hijos y padres.
“Después de un viaje de dos semanas, llegué a Santiago. Estaba sola y no tenía adónde ir, pero gracias a Dios, me hablaron de la Casa de Acogida. Ahí me recibieron y ayudaron en todo. Hice un curso de cocina donde me enseñaron a preparar comida chilena, como tortillas y charquicán. Además, me inscribieron en la bolsa de trabajo y en 15 días encontré uno como asesora del hogar”, cuenta. Hoy, ella ha decidido devolver la mano y, cada tarde de sábado, cuando sale de su trabajo, se va a la Casa de Acogida que la recibió y colabora atendiendo a los migrantes que hoy viven experiencias similares a la suya.
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