Amasar
pan para cocinarlo en un horno de barro, recorrer la huerta y conocer de dónde
salen las zanahorias o los choclos, dar de comer a conejos y cabras, recoger
huevos de los gallineros, ver el baño de lodo de una chancha y sembrar una
plantita para llevar, son algunas de las experiencias que los niños y sus
acompañantes pueden vivir en un día de campo en la Granja Agroecológica Interactiva
de San Jorge de Romeral en Molina, ubicada a unos 30 km. al suroeste de Curicó.
Este espacio surge
hace un año como iniciativa de Bernardita Jiménez y Evelyn Rodríguez, ambas
ingenieras agrónomas graduadas de la Universidad Católica del Maule (UCM), con
el propósito de acercar de forma entretenida el mundo rural y sus beneficios a
los niños. “El mundo hoy está súper mecanizado. Los niños interactúan con una
mascota virtual que tienen en el teléfono, muchos nunca han tocado un conejo,
entonces es toda una experiencia traerlos a la realidad y volver a conectarlos
con lo vivo”, explicó Bernardita.
Sólo en la temporada de septiembre y octubre, la granja interactiva recibió a más de 2.000 estudiantes de jardines infantiles y colegios de la provincia que pudieron conocer y disfrutar las bondades del campo. El jardín Los Enanitos de Fundación Integra de Rauco también quiso sumarse a esta experiencia y organizó el viaje de los pequeños para que exploraran un poco más la naturaleza.
“Los niños se caracterizan por el cuidado del medio ambiente, de los animales y las plantas, y esta visita nació de ellos porque, a pesar de que muchos viven en un contexto rural, no tienen una interacción tan cercana”, explicó Ángela Quitral, directora del centro educacional, destacando esta gran oportunidad en la que “ellos pueden ir creciendo conscientes con el cuidado del medio ambiente”.
Comecológico
La granja comenzó al alero -y como complemento- del emprendimiento ‘Comecológico’, proyecto inicial de Bernardita Jiménez que hace 6 años partió con la idea de ‘comer ecológico’, cultivando y ofreciendo en la feria productos agroecológicos, orgánicos y libres de pesticidas. “Ha sido un proceso de aprender y equivocarse mil veces, llevo años aprendiendo a hacer lechuga. Yo no sabía hacer agricultura, era agrónoma”, explica Bernardita, quien también se especializó en agricultura orgánica y biodinámica.
Con el tiempo, se unió Evelyn Rodríguez, también profesional de la UCM y compañera activa en este reto por resignificar el valor de lo campesino. “A las dos nos gusta mucho el tema de la educación ambiental y del campo, y nos preguntamos ¿por qué no traer a los niños acá? Así comenzó la granja”, recordó.
Agricultura familiar rural
Como el ‘Comecológico, también hay diversos agricultores artesanales de la zona cuya necesidad de potenciar sus proyectos ha generado el desafío, por parte de las escuelas de Trabajo Social y Agronomía de la Universidad Católia del Maule, de entregarles un apoyo interdisciplinario en iniciativas como la Vitrina Campesina y otras relacionadas a la protección de las semillas tradicionales y originarias.
“Queremos seguir trabajando con el mundo campesino, con las organizaciones, abrirles las puertas de la universidad para colaborar y establecer diálogos de apoyo y planes de acción para aportar en su desarrollo”, invitó Lizbeth Núñez, académica de Trabajo Social, constatando el gran compromiso que tiene la UCM con la comunidad y lo rural.
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