He visto
todas las películas de los X-Men. La trilogía original, con ese decepcionante
cierre que tuvo con “The last stand”; la nueva trilogía, con ese gran cinta que
fue “Días del futuro pasado”; las dos primeras de Wolverine y esa notable
película que es “Deadpool”. Tenía mis expectativas con “Logan” y claramente la
cinta no me decepcionó. El tono, el ambiente, los personales muy fuera del
contexto de las cintas de héroes a los que nos tienen acostumbrados.
Acá no
vemos al poderoso Wolverine, sino a Logan. Cojo, con sus habilidades curativas
reducidas al mínimo, desilusionado y sobreviviendo como un simple chofer.
Escondido del mundo y protegiendo a un Charles Xavier, que es la sombra del
profesor X. No, no estamos en presencia de la clásica cinta donde el héroe se
enfrenta al villano, y saca a relucir lo mejor de sí para, al final, verlo
cabalgar hacia el horizonte. Acá tenemos un tipo que dificlmente sobrevive, pensando en
donde huir para poder estar tranquilo. Escondido de un mundo que no lo
necesita, de un mundo en el que sigue sin encontrar su lugar. Un Logan que solo tiene al profesor X. Y la
cinta explora eso: las relaciones. Esta suerte de familia que han construido y
en la que, esta vez, es Wolverine quien ejerce el rol de protector.
“Logan” es
la despedida de un personaje clave de una franquicia exitosa. Y lo hace desde
un punto alto; con una historia que envuelve y entrega grandes momentos. Las
escenas de acción pueden parecer crudas, pero se entienden desde la perspectiva
del que lucha y ya no tiene nada que perder. Lucha por su vida, con la desesperación
del que sabe que ya no es tan fuerte ni ágil como antes… y eso se transmite. Es
el acto final, y como decían las promociones “ha llegado su momento”.
En esta
cinta se juega todo. La familia, la amistad, el heroísmo. La historia cumple y
con creces. Te envuelve, te lleva por la carretera y puedes ver como cada
personaje tiene un rol importante en la historia. No tenemos un despliegue de
mutantes con sus poderes, sino personajes. Personajes quebrados, olvidados,
reales. Enfrentados a un mundo en el que ya no son importantes, y en el que sus
poderes ya no son lo que eran.
El tipo en
mallas amarillas no existe; pero el Logan que era un X-Men sí. Destrozado y
todo, el camino del héroe lo lleva al sacrificio, a la entrega. Bajo esa luz,
se puede darle un nuevo sentido a toda la trilogía, ver las conexiones,
entender como cada acto, cada acción, lo llevo a ese momento. A vivir en un
mundo “real”, donde los mutantes solo son dibujos en un cómic. En donde Laura
llega para remecer ese mundo. La esperanza de Charles y la oportunidad de
Logan. Para ser un padre, para entender que si puede ayudar a crear un nuevo
futuro. Laura le da esa oportunidad, aunque sea tarde. De verse a sí mismo y
transmitir lo que él fue, lo que es y lo que pudo ser.
El último
viaje de Logan lo lleva por un camino en el que va dejando todo atrás. Sigue
siendo el escéptico de siempre, pero se entrega a una tarea que parece
condenada desde el principio. Sin embargo, es la esperanza de la niña lo que lo
hace seguir. Tal vez si haya un edén, tal vez si haya un lugar para tipos como
él. O simplemente es su modo de seguir adelante, esperando que algo suceda. Y sucede.
Hoy no me
imagino una cinta de los mutantes sin Hugh Jackman. Después de nueve películas,
claramente él es el referente de la franquicia (y los chistes en Deadpool lo
prueban). Decidió dejar el personaje y lo hace de gran manera. Con una notable
interpretación, una muy buena historia y una película que te hace sentir que
este es realmente el fin. El ambiente, la música, la fotografía, el tono, te
envuelven y transmiten lo que esta historia es. “Logan” ha sido la mejor
película de Wolverine y se las recomiendo totalmente.
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