Incident in a ghostland (traducida como “Pesadilla en el infierno”) parte con los típicos clichés del género: una madre con dos hijas adolescentes (muy distintas una de la otra) se mudan a la casa que les hereda una tía, en una zona bastante apartada… La mayor, Vera, deja a sus amigos, novios, escuela, donde presumiblemente es la chica popular y se embarca en este viaje junto a su hermana menor, Beth, sobreprotegida por la madre y que aspira a ser una gran escritora de terror. Primera noche en la casa y un par de sicópatas las atacan… Años después, Beth despierta de una pesadilla, recordando esa noche que ahora, convertida en autora de libros, ha transformado en su última novela. Un extraño llamado de su hermana la hace volver a casa, para enfrentarse al pasado y a Vera, que parece vivir atrapada en ese momento, reviviendo la fatídica noche una y otra vez.
Hasta ahí lo típico. De pronto, el relato cambia radicalmente, mezclando realidades. ¿Qué es lo que en verdad sucedió esa noche? Con crudeza se va relatando una historia violenta y estremecedora, que impresiona por la violencia y crueldad de los agresores, que no es suavizada de ninguna manera en la gran pantalla. Hay escenas que francamente impresionan y que convierten a la cinta en un espectáculo fuerte, crudo y violento, que provoca diferentes reacciones en los espectadores. Pesadilla en el infierno no deja mucho a la imaginación y, me parece, el nombre es bastante acertado. El infierno que viven ambas protagonistas convierte cada momento de la película en una pesadilla de la que no pueden despertar. Una cinta que no da muchos respiros y que sorprende por la violencia de algunas secuencias, pero que cumple muy por sobre la media de cualquier película de terror del último tiempo.
Título: Pesadilla en el Inferno Año:2018 País: Francia Director: Pascal Laugier Género:Terror Elenco: Rob Archer, Angela Asher, Erik Athavale.
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